No hay un miedo más natural y generalizado entre los seres humanos que el miedo a la muerte. A pesar de las creencias religiosas, del valor para afrontar cualquier peligro o de que muchos nieguen la angustia que provoca pensar en el inevitable final de nuestras vidas, todos lo llevamos dentro.
La fobia a la muerte aparece cuando el miedo natural se convierte en pánico irracional. Las personas que padecen esta fobia suelen ser también exageradamente hipocondríacas y a veces sufren otras asociadas, como la necrofobia, que les hace incapaces de tolerar cualquier idea, objeto o lugar relacionados con los muertos.
Este miedo exagerado, capaz de provocar crisis de ansiedad o de obsesionar a la persona hasta el punto de caer en depresiones, necesita tratamiento y ayuda para superarlo. No podemos permitir que la idea de la muerte nos persiga hasta el punto de impedir que seamos capaces de disfrutar de la vida.
Detrás del miedo a la muerte se esconden todos los miedos; al dolor, al sufrimiento, a la nada, a la oscuridad, a lo desconocido… una interminable lista de terrores que anidan en la imaginación, las fábulas y las tradiciones, toda una cultura que llevamos a cuestas, transmitiéndola de generación en generación, y que en lugar de ayudarnos a vivir, se recrea en atormentarnos con el miedo.
Cómo vencerlo
Tenemos miedo porque nos han enseñado a tenerlo. Cuando el miedo se convierte en fobia y te impide disfrutar plenamente de la vida, la solución más eficaz es recurrir a un especialista. Todas las fobias se pueden tratar con éxito, las reacciones de pánico incontrolable a montar en avión o acariciar a un perro, no son distintas a la del pánico a la muerte, y pueden superarse.
Si tu miedo aún no ha cruzado esta línea, lo importante es encontrar estrategias para convivir con él y tenerlo bajo llave:
- Trata de aceptar la idea. Asume que nuestra vida tiene un motivo y un final. Vive para hacer tus proyectos y deja que pase el tiempo.
- Cree firmemente en algo. Tu religión, una filosofía, una idea que te reconforte… para ti puede ser Dios, para otro el universo o simplemente ser útil a los demás, pero la vida tiene un sentido.
- No te recrees. Recrearse en los miedos, las desgracias o la autocompasión es insano. Piensa en la vida, en el hoy y en la felicidad, obsesionarte con la muerte es una pérdida de tiempo.
Fuente: http://www.diezminutos.es/