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La Muerte Según: El Islam

Desde el punto de vista del Islam, la muerte es una parte más de la vida terrenal. Todo lo que se sabe del futuro de un hombre desde el día que nace es que alguna vez morirá, no se sabe en que lugar, a que edad o cómo.
La idea de estar preparado para esta circunstancia de la vida merece algunas reflexiones: Para el creyente, la vida de este mundo es un paso, como un lugar de tránsito ligero que prácticamente no genera ningún porcentaje en el todo si lo comparamos con la otra vida.

Existe la idea de Paraíso e Infierno dentro del Islam, y toda la creación será remitida al lugar correspondiente según sus obras e intenciones de las mismas. La muerte es un hecho que evidencia también la igualdad de los hombres ante Dios, es un signo de su justicia, la misma que prevalecerá el Día del Juicio Final «donde quien haya hecho el bien del tamaño de un grano de mostaza lo verá y quien haya hecho el mal del tamaño de un grano de mostaza lo verá» , ya que independientemente del grado de riquezas, posición o cultura que haya conseguido un ser en su tránsito por esta vida, es seguro que no escapará de la muerte.

Al respecto se cuenta la historia de un hombre que construye el mejor edificio de su tiempo, lo decora fina y costosamente y ofrece una recompensa para aquél que le encontrase un defecto. Es visitado por los mejores arquitectos de su época, quienes admiran y alaban su estilo, los filósofos quienes observan en semejante construcción las grandes posibilidades del género humano en cuanto a lo ilimitado de su creatividad, los gobernantes que ven en esta maravilla el avance y lo pujante de sus imperios, y otras personas que después de recorrer tan espléndida construcción, no ven en ella ninguna falla. Un hombre creyente después de haber recorrido el edificio dice: «Todavía tiene un defecto, no veo la tapa al agujero por donde ha de pasar la muerte.»

La visión islámica recomienda no apegarse con mucha intensidad a la vida de orden material, si vivirla en plenitud y hacer por nuestro paso en la tierra todo aquello que sea necesario para beneficiamos y beneficiar a los demás dando un lugar especial al orden espiritual, ya que desde la primera a la última de las posesiones tienen el carácter de transitorias: todos nuestros bienes, del más grande al más pequeño son «prestados», temporarios. No quiere decir esto de ninguna manera que el hombre deba vivir de forma ascética o renunciando al mundo porque este aislamiento puede considerarse un símbolo de derrota en el hecho bregar por un mundo mejor, además la especie humana está hecha para reconocerse.

El ser humano se lleva de esta vida nada más que sus obras, y sólo tres cosas lo seguirán beneficiando después de muerto: una descendencia digna que reza por su alma, la caridad que haya hecho y que siga beneficiando a los hombres (quien funda por ejemplo un hospital o una escuela) y el conocimiento que haya impartido a otros hombres, que estos lo apliquen y a la vez lo transmitan. «Haz para este mundo como si en el fueras a vivir en el siempre y por el otro como si fueras a morir mañana».

Fuente: www.coran.org.ar